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Aunque la Tierra tiene una superficie de fría roca sobre la que vivimos, el interior de nuestro planeta está al rojo vivo.
Hay cuatro capas bajo nuestros pies.
El núcleo sólido interno está rodeado por el núcleo externo líquido.
Núcleo interno sólido
Núcleo externo líquido
En su exterior está el manto, la sección más grande de la Tierra, que alcanza los 3.000 kilómetros de profundidad.
Manto
Por último, una corteza fina, la superficie sobre la que vivimos.
Corteza
El núcleo interno rodea el centro de la Tierra. Es una sólida bola de hierro y níquel que puede alcanzar los 5.500 °C.
Núcleo interno:
Hierro y níquel sólidos
5.500 °C
Con su enorme energía en forma de calor, el núcleo interno es la sala de máquinas del planeta.
El núcleo externo también se compone de níquel y hierro pero, como la presión es menor, no están en estado sólido, sino líquido.
Núcleo externo:
Hierro y níquel líquidos
Manto
Por lo general el enorme manto es sólido, pero también se puede derretir si el núcleo lo calienta.
Esta roca líquida se llama magma.
La corteza en la que vivimos es la sección más fina de la Tierra.
Tiene un grosor de 5 a 70 kilómetros, lo que corresponde tan solo al 1 % del volumen de la Tierra.
No es una capa continua, sino que está dividida en siete piezas enormes llamadas placas.
Estas placas flotan en el magma semilíquido y son tan grandes que pueden abarcar continentes enteros y extenderse largas distancias bajo los océanos.
Los bordes de la placa se pueden ver físicamente.
Esta grieta, que se sitúa en Islandia, separa la placa Euroasiática de la placa Norteamericana.
Esta placa se extiende 7.000 kilómetros en una sola pieza... hasta llegar a California.
La fina corteza sobre la que nos movemos parece enorme, pero bajo nuestros pies hay una extensión de cerca de un billón de kilómetros cúbicos de metal y roca sometidos a una presión y calor intensos.
Moldean nuestro entorno e influyen en nuestro clima.